Tuesday, November 28, 2017

La causa contra el régimen




Nueva revolución, nueva sangre, nueva mente
lo que se pierde, ya se perdió y no me seques la frente 

- Los Piojos



20 de noviembre de 2017. Cristina Fernández de Kirchner cierra un encuentro de mujeres peronistas en la Provincia de Tucumán. Una multitud se convoca para escucharla, sentirla, estar cerca de ella. El eje del discurso es el rechazo a las reformas que impulsa el macrismo. En un momento, desde el fondo crece un grito: “Macri, basura, vos sos la dictadura”. En un tono cómplice, jodiendo casi, pero siendo líder y pedagoga, Cristina reacciona:
“Ya les dije que no eso. Ya les dije que no eso porque después los critican, y les dicen… no, mirá: este es un régimen. El régimen macrista, por así decirlo. Vamos a decirle el régimen macrista. En el régimen macrista, las normas no son las de la Constitución, no son las del derecho laboral, no son las del Estado de derecho. Es eso, un régimen. El régimen macrista”.
Luego siguió hablando, escúchenlo entero si no lo hicieron, es brillante por todos lados. Pero vale la pena detenerse en la definición, porque entraña potentes consecuencias políticas y estratégicas. No canten que es una dictadura, nos plantea CFK. Si dicen eso quedan como marcianos. No sean nabos. Seamos inteligentes.

No es una dictadura porque hay elecciones donde los vota mucha gente, pseudo-división de poderes ponele, algunas garantías selectivas. No podemos hablar de democracia o de Estado de derecho pleno, pero tampoco de dictadura. Vivimos si se quiere en un Estado de excepción, donde las garantías se suspenden a costa de razones "mayores": la “lucha contra la corrupción, “el combate a las mafias”, la “defensa contra el terrorismo mapuche” y sarasa.

“Régimen”, la palabra que elige Cristina, remite a lo profundo de la historia argentina. Régimen era contra lo que luchaban Leandro Alem e Hipólito Yrigoyen; es la palabra que designaba Cooke para referirse a los gobiernos de la proscripción del peronismo. Tomemos nota: confrontamos con un régimen. ¿Cómo se hace eso? No hay carteles para saber cuál será tu sendero, claro. Pero sí podemos tirar algunas puntas.



No hay diálogo con el regimen

En un Estado de derecho pleno, podemos jugar el juego de la democracia liberal. El Ágora si se quiere. Hay una escena de debate público, donde las distintas expresiones políticas plantean sus ideas, sus propuestas, se argumentan entre sí, debaten, se hablan, se escuchan, se gritan. Pero hay un consenso sobre las “reglas del juego”. Si sos dirigente social, no te van a encanar por hacer un acampe en una plaza. Si sos docente, no te reprimen por montar una escuela itinerante. Si sos un líder opositor, no te amedrentan, no te amenazan, no te persiguen. El kirchnerismo fue republicano. El macrismo no lo es. 

¿Es posible negociar, debatir, converger con un régimen? No, la política tiene límites éticos. Si enfrentamos un régimen, el régimen debe caer. No hay lugar para aceptar sus mentiras como verdades. No hay reparación histórica, no hay lucha contra las mafias, no existe el terrorismo mapuche, no hay que bajar el déficit, no hay que flexibilizar derechos, la transparencia es una estafa. El régimen asesina mapuches en la Patagonia. Aceptar alguna de las posverdades macristas como verdadera es jugar el juego del adversario, y la cancha está inclinada. Es propaganda enemiga. El país que Macri nos quiere vender no existe. No lo aceptemos.

A su vez, dialogar, debatir y argumentar con el macrismo no sólo es anti-ético, sino que es inútil. El macrismo no dialoga. El macrismo no argumenta. No hay ágora posible con el régimen. No hay espacio de reglas claras donde se pueda intercambiar posiciones y se logre alguna síntesis. No hay síntesis posible. Sino preguntale a Felipe Solá, que votó el blanqueo de capitales bajo la estricta condición que los familiares del presidente no entraran. Y entraron por decreto. Ahora él y Tundis se arrepienten públicamente de haber levantado la mano. No amigues. No debatan, no argumenten, no dialoguen con el régimen. Voten que no y listo. Parece que les va cayendo la ficha.

Gustavo Varela, filósofo, aporta un motivo más para no debatir con el régimen. Dice Varela que Cambiemos es una política sin afuera:

Crean un lenguaje con poco: felicidad, cambio, no volvamos para atrás, sí se puede, vivir mejor, todos los argentinos, equipo, en todo estás vos, vecino, juntos, nosotros. ¿Engañan? No, inventan un lenguaje atractivo. Un vocabulario tela de araña, atrapante, anhelado. Un conjunto acotado de conceptos que se definen entre sí: Felicidad es el cambio; no volvamos para atrás es lo que el vecino quiere; el vecino es todos los argentinos que quieren la felicidad; el equipo es todos juntos, se puede, vecino y vecino, los argentinos, la felicidad…. Crear realidad es crear una red de conceptos que forman un sistema, y ese sistema es la construcción de una verdad sin afuera (a esto llaman posverdad). Una pura tautología, un espejo, una tela de arañas de la que no es posible salir….Cualquier expresión del afuera, cualquier discrepancia política es un absurdo, molesta, está fuera de lugar. Es puro exceso. Ante este conjunto de conceptos creados por el macrismo, hablar, decir, opinar, enfrentar, es un exceso que atenta contra un “nosotros” permanente.
Es Marcos Peña en el Congreso diciendo ustedes kirchneristas son el pasado, es Lipovetsky en C5N con su sonrisa macabra diciéndole a Depetri: si fuera así como vos decís, hubieran ganado las elecciones. Cuánta bronca. Pero claro, no se puede argumentar con el macrismo. No hay retruco para cantar, estás peloteando contra la pared. Quedás como un marciano.

No nos gastemos. No hay que contraponer argumentos con el régimen. Hay que debatir con la sociedad sobre lo que el régimen hace. Ir tejiendo redes, movilizando afectos, nombrando daños, organizando. Lleva tiempo, pero es por ahí. Lo dice muy bien Juan Soriano: No hay que ganar discusiones. Hay que ganar corazones para después ganar elecciones.


El régimen no es hegemónico

Hegemonía: palabra acomplejada y pomposa que usamos les militantes y les analistas para tratar de pensar la realidad, pero que ahuyenta cualquier familiar o vecine que te la escuche de paso. En mi cabeza, hegemonía es como que si la sociedad es un barco, vos tenés el timón y podés ir llevándola: un poco con látigo (sos un capitán sorete), un poco a los gritos, un poco porque tenés la llave de la despensa, pero también porque les marineres te valoran, te escuchan y confían en vos.

¿El macrismo es hegemónico? Quizás sí. Ganaron las elecciones del 2017, superaron a Cristina en la Provincia y bailaron con globitos. Pero no. La verdad que no. El macrismo no es hegemónico por dos razones: (a) porque por mucho Durán Barba y coso, lo que es hegemónico EN EL MUNDO es el neoliberalismo salvaje de Netflix, la timba financiera y el ajuste permanente. El macrismo es eso en versión argenta, no mucho más. Hay mérito pero no tanto. Y (b) porque existe Cristina Fernández de Kirchner, existe Unidad Ciudadana, el Alberto dice que no en el Senado, Pablo Moyano se junta con la Corriente Federal y el Papa desde lejos también cuestiona. No hay hegemonía mientras enfrente se te planten con fuerza.

Sobre el punto (a): Si miran una publicidad de Coca-Cola o de McDonalds, díganme sino pueden cambiarle el final y que en vez de que diga el slogan pedorro que sea, sale una boleta de Ocaña y el locutor que dice: “Cambiemos”. Hay una publicidad de Dove en la radio que juro que la voz la pusi María Eugenia Vidal. Es igual. El macrismo se sube al tren de la ideología dominante del neoliberalismo siglo XXI. Las ondas de autoayuda, el tufillo a budismo de Recoleta, la alegría de estar vives. Una publicidad de gente rubia que se realiza consumiendo, sin conflictos ni luchas ni peleas ni bardo ni quilombo.

Sobre el punto (b): Hegemonía no es seguirle la corriente al sentido común de época. Es torcerlo, es navegar contra la corriente, es CREAR sentido común de época. Cambiemos no hace eso, y sobretodo no lo hace porque no ha logrado doblegar ni quebrar al kirchnerismo. En un texto altamente recomendable, Iñigo Errejón plantea que una hegemonía dominante sería algo así:

[La hegemonía de los sectores dominantes] es el ejercicio del poder político basado en la integración de parte de las demandas de los subalternos en su proyecto de dirección, la ampliación de su bloque histórico con la integración subordinada de una parte amplia de estos últimos, y el aislamiento y desarticulación de los núcleos resistentes de manera frontal, opuestos a su régimen”.
Eso del aislamiento y desarticulación de los núcleos resistentes no parecería estarles saliendo. Se sobreestima al macrismo. Ta. Ganaron las elecciones en PBA, pero por cuatro míseros puntos. Si Cambiemos fuera tan hegemónico, habría pulverizado al kirchnerismo, y no necesitaría mentir descaradamente, destrozar las garantías democráticas, amenazar gobernadores y dirigentes sindicales, asesinar mapuches y perseguir a Cristina para lograr pasar tres reformas por el Congreso. El régimen es un tigre de papel, aunque junte muchos votos.

El macrismo será hegemónico el dia que logre quebrar a Cristina como punto de acumulación popular; el día que se desarticule definitivamente la presencia anómala y pujante de la unidad ciudadana que estamos construyendo. Ni Magnetto, ni Paolo Rocca, ni Macri, ni la cheta del Nordelta dormirán en paz hasta que se borre de la faz de la tierra todo rastro de kirchnerismo. Y ese día no va a llegar. Porque no nos quiebran. Así de fuerte es Cristina, que nos da fuerza a todes.


Desplazar la grieta contra el régimen

El macrismo, falta agregar, no se nutre únicamente del espíritu neoliberal del Siglo XXI, sino que en su núcleo fundante está el rechazo al kirchnerismo. Damián Selci le dice la obsesión contra el goce ajeno. Macristas que pagan sus facturas con "alegría" pensando que están sacrificándose para que los negros sufran aun más. Sáquenme un poco a mi si hace falta, pero dejemos de mantener vagos. La restitución del orden social jerárquico que el kirchnerismo trastocó.

La "grieta", como ya se ha tratado en este blog, es el peor enemigo del campo popular. Que se entienda bien, el problema no es partir la sociedad al medio. Eso es la clave de todo proceso populista. No existe la política sin conflicto, no existe pueblo sin antipueblo. Pero la palabra "grieta" la inventó Lanata, y logró partir la sociedad de una forma muy poco favorable para nosotres, y muy útil para el macrismo. Si odiamos a cada votante de Carrió, tenemos que tirar por la borda la mitad de la Ciudad de Buenos Aires. Si pensamos que cada votante de Bullrich es un globoludo, olvidémonos de recuperar la Provincia. Aceptar la "grieta" es dejar que el enemigo marque la línea divisoria.

El corte debemos marcarlo nosotres. Es jodidísimo y llevará mucho tiempo desandar la grieta y el odio de la cheta del Nordelta en boca de laburantes y clasemedias. Pero esa es la clave de una nueva mayoría. Porque las mayorías políticas son ante todo sentidos compartidos, son articulaciones de sentido. Son identidades que logran abrazar más y más gente, que logran torcer cabezas y corazones en una dirección nueva.

Si queremos construir una mayoría nueva, si queremos realmente derrotar al régimen en las urnas, debemos desplazar la grieta, debemos correr el eje de la dicotomía kirchnerismo/antikirchnerismo. Porque en esa dicotomía nos cagan a goles. Aunque duela, hagámoslo carne: no se trata de que vuelva el kirchnerismo. El kirchnerismo se fue. Se acabó. Se trata de construir otra cosa, de desplazar las líneas demarcatorias entre el campo popular y el campo oligárquico. Construir otra "grieta", pero con otro nombre y otras coordenadas.

Como siempre, hay que escuchar a Cristina. En Tucumán cerró así:
Quiero decirles a todos que es necesario un debate amplio de las cosas que tenemos que discutir y que tenemos que debatir. No es hora de enfrentamientos o discusiones inútiles. Nos quieren envolver en discusiones y peleas entre nosotros. No le voy a dar el gusto a nadie. No le voy a dar el gusto a nadie. Que no me vengan con Cristina sí o con Cristina no. Venime con trabajadores sí o con trabajadores no. No me jodan más. No me jodan más. Venime con jubilados sí o jubilados no. Decime los intereses de las provincias o estás en contra de los intereses de las provincias. Van a jorobar a los municipios o no van a jorobar a los municipios.
Ahí está la clave. Las reformas que empuja el régimen no son más que un saqueo maquillado. Si caen en la grieta, alpiste perdiste. Que no caigan en la grieta, por lo menos no en la grieta de Lanata y Majul. Que sean las mismas reformas la nueva grieta política y social. Reformas sí o reformas no. Es lo único que importa.

Las reformas deben ser frenadas, y en ese frenarlas, debemos construir sentido común. Debemos apelar a todos los elementos posibles para frenarlas. Alfonsín y Ubaldini. Tosco y Rucci. Yrigoyen y Perón. No importa la grieta. No importa el kirchnerismo, no importa las mayorías que supimos construir, no importa si Pablo Moyano le hacía paros al gobierno popular, no importa si el cepo al dólar estuvo bien o estuvo mal, si 678 sumaba o restaba, no importa si Berni, si Milani, si no profundizamos, no importa la autocrítica ni la defensa férrea. Lo que se pierde ya se perdió, no nos sequemos la frente. 

Lo único que importa es la causa contra el regimen. Las reformas no deben pasar. Si logramos frenarlas, ahí sí, compañeres, estaremos pariendo algo nuevo. Algo que será nuestro, de les kirchneristas, pero que será mucho más. Algo que tendrá a Cristina al frente, ni lo duden. Pero que será distinto, contemporáneo, potente y popular. Nueva revolución, nueva sangre, nueva mente. Frenemos las reformas, lo demás no importa nada. Nos vemos en la calle.

6 comments:

  1. Excelente. Imperdible, me dejás ser tu amigo?

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  2. LO VOY A APRENDER DE MEMORIA PARA DECIRSELO A CADA NABO QUE ME CRUZO TODOS LOS DIAS( ENCIMA ALGUNOS SON AMIGOS Y LOS QUIERO)...

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  3. Hola Manu. Excelente texto. Valiente texto. Desafiante. Interpela en medio de la confusión e invita a debatir serena y profundamente. Me sucede, y este texto no es excepción, en que el zarandeado tema de “la grieta” y qué hacer con ella me hace ruido y no termino de digerir. Partir la sociedad –puede ser al medio o no- me parece que excede a Lanata, más allá del hallazgo que supo capitalizar. Para que la sociedad se parta o exprese el conflicto deben existir las partes en pugna. Quiero decir que esa ruptura va a ser posible si el conflicto existe y no es artificial. Lo realmente preocupante es que cuando antagonizan los valores en pugna eso se transforme en un hecho no deseado por el campo popular porque convierte el escenario en poco favorable.
    No la llamemos grieta. La disputa es por los valores –las convicciones-. Los sentidos compartidos, las articulaciones de sentido son atributos de todos los grupos. De las mayorías y también de las minorías. La disputa es porque los valores sean encarnados por la mayoría. Construir una nueva mayoría es articular los valores –múltiples y diversos, pero nunca antagónicos- que laten en la sociedad. Por lo tanto es interpretar los nuevos fenómenos, las nuevas demandas, construir el lenguaje, los discursos que formulen una agenda de los nuevos tiempos.
    No es hora de discusiones inútiles, sin duda, pero si será de enfrentamientos, a no dudarlo acá. “Nos quieren envolver en discusiones y peleas entre nosotros”, ante esto hay que preguntarse que quiere decir “nosotros”. Ellos, no pretenden jorobar a las municipios, creen que sus políticas los favorecerán. La discusión es por las políticas. Es por la eficacia de las políticas en pugna.
    Las reformas para la restauración del orden neoliberal deben ser combatidas… y reemplazadas por las nuevas propuestas de reformas del campo nacional y popular que garanticen un orden democrático, más justo para todas y todos, banderas de una nueva mayoría. La política se despliega en una carretera en donde es imposible frenar y es así que la vida continúa. Más que frenar las reformas neoliberales hay que redireccionar nuestro rumbo para que haya cambios que sean a favor de la mayoría de la gente. Lo único que se parece a un freno es una acción en sentido contrario. Hay que ser propositivo. Hay que construir futuro. Lo nuevo tiene que entusiasmar. Hay que levantar la voz. Ganar la calle. Ahí nos vemos Manuel.

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    1. Todo que sí. Es por ahí. Sobre la frase de CFK, creo que ella sabe que el peronismo se parte en las cámaras, y le dice públicamente a los peronistas gobernables: no me vengan a joder que el problema soy yo. El problema es que ustedes van a votar en contra del pueblo. Háganse cargo.

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  4. Excelente, excelente, excelente. Notable análisis que me enorgullece y me tranquiliza. Siempre es una guerra de inteligencias y tenemos la nuestra. Gracias

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