Monday, April 17, 2017

Por un kirchnerismo sin grieta





"...del otro lado del muro
vio su cara frente a él.
Sos vos, la grieta y vos.
También la grieta sos vos."
- Skay


Nos encanta la grieta; qué bien que nos sienta. "Vos tenés a Baby Echecopar, yo tengo a Dolina". Nos queda cómoda; a nosotrxs y a "ellxs". Explica escenas de clase media: las cenas familiares, los celos de oficina, el forobardo en redes sociales. Pero la grieta es una trampa en la que caímos hace varios años, y con ella perdimos las elecciones. Más aún, hoy es una de las principales herramientas que pretende usar el macrismo para enfrentarnos en octubre. Es hora de que la militancia política kirchnerista abandone la grieta y raje de ahí. Para ganar este año, tenemos que jugar otros partidos, que no nos distraigan. Vamos por partes.


Qué era la grieta

La grieta es el nombre que le puso Jorge Lanata al recibir su Martín Fierro en 2013 a algo que llamó una "diferencia irreconciliable en la Argentina". Una división en el seno de nuestra sociedad, patéticamente identificada ese mismo 2013 por los spot "ARGEN y TINA" de Stolbizer y Alfonsín. Para el conglomerado mediático-cultural que empuja esta mirada de la actualidad, el gobierno kirchnerista sembró, a través de mentiras y relato, una escisión ficticia entre compatriotas. Se generó daño, cizaña, odio. Entonces, si la sociedad está dividida, la tarea debe ser, unir a lxs argentinxs. Macri se presentaba en campaña cerrando el círculo abierto por Lanata dos años antes.

Más seriamente podríamos decir que la operación semántica de construir "la grieta" se asienta sobre las raíces profundas del antiperonismo como odio de clase en la sociedad. Un rechazo al trastocamiento de esas jerarquías sociales que se esconden detrás de los mitos fundantes de la Argentina blanca ("todxs somos hijxs de inmigrantes", "nadie nos regaló nada", "yo me rompo el lomo y pago mis impuestos", etc.). El kirchnerismo redistribuyó para abajo, quiso joder con la renta agraria, sostuvo a los sindicatos, articuló con piqueteros, se metió con Clarín, impidió la entrada de productos importados, no te dejó comprar dólares. Eso no se hace sin pagar costos sociales y culturales en los estratos medios, por mucho que hayas mejorado sus niveles de vida.

Durante doce años gobernamos batallando: escogiendo campos de disputa, nombrando adversarios. Magnetto, la Sociedad Rural, la Corte Suprema, Stiuso, los fondos buitres. Todos factores de poder intensísimos que no van a elecciones, que no forman parte de "la sociedad" de la misma forma que usted o yo. Son ajenos al destino de la patria; siempre caen parados. 

Como contragolpe llegó la grieta. Fue la operación discursiva con la que respondió la oligarquía cuando la empezamos a desnudar. Su argumento fue que confrontábamos al pedo; que un viejito que quería comprar 100 dólares era demonizado por 678. Que está mal ser una vieja concheta de Barrio Parque, querer vacacionar en Disney, ver a Mirtha Legrand o hacerle un juicio a la ANSES porque cobrás dos mangos de jubilación. Que el problema no es Lanata, sino sus televidentes. Que el problema no es Carrió, sino sus votantes. Una operación magistral, que compramos acríticamente, porque, vamos, ¿quién no quiere bardear a las conchetas de Barrio Parque? 


El macrismo agazapado vuelve sobre sí mismo 

Cambiemos ganó las elecciones en 2015 prometiendo durazno sin pelusa. Crecimiento económico sin inflación; pleno empleo con apertura de importaciones; mayor gasto público con menos impuestos; fútbol para todos y todas pero autofinanciado; y una larga lista de etcéteras. Todas las fricciones, tensiones y conflictos que "aguantaban" el modelo kirchnerista eran innecesarias, y podíamos vivir mejor sin perder nada. Eso era mentira, y los resultados están a la vista. 

Hace un año, la revista crisis decía en un editorial que el macrismo sería orden o progreso. A abril de 2017, ya hay consenso entre el mundo del análisis político -de Morales Solá a Verbitsky- que el oficialismo ha determinado avanzar en una escalada represiva articulada con la demonización de todo conflicto como kirchnerismo residual. Así, los derechos humanos, lxs docentes, el feminismo, el movimiento obrero, los grupos piqueteros, todo todo todo es kirchnerismo. Y hay que aplicarle protocolo. Que la lucha de clases diga si es kirchnerista. 

¿Alcanza un discurso del orden y la demonización para aplacar una sociedad desbordada de conflictos sociales y económicos? No hay pelusa ni durazno, solo palo y bala. A Patricia Bullrich no le fascina este viraje estratégico, pero está dispuesta a hacer su parte 

Entonces, si todo el conflicto, si toda chispa de rebeldía, de resistencia, de movilización, de dignidad; si todo será endilgado al kirchnerismo... ¿qué hacemos lxs kirchneristas? Las advertencias de Kicillof en radio (acá desde el minuto 57), planteando que lo que hay que plesbicitar es el modelo macrista, no a Cristina, deben ser tomadas para la reflexión. 


Cómo es eso del populismo 

La fórmula populista por antonomasia en la historia argentina es "BRADEN O PERÓN". En las elecciones presidenciales de 1946, las manifestaciones públicas del embajador de Estados Unidos en la Argentina llevaron a una inteligente campaña por parte del campo peronista. De un lado, la nación argentina, del otro, la Embajada. Ese edificio blindado y gris, que se encuentra en territorio patrio, pero donde flamea otra bandera. 

Construir (contra) hegemonía política es construir un pueblo. Es ponerle nombre a aquello que representa a toda la sociedad frente a intereses foráneos, minúsculos, ajenos. El enemigo está fuera de la sociedad, no dentro de ella. La disputa es por los límites de la sociedad misma. No es lo mismo decir que el adversario es Magnetto que decir que son todxs lxs lectores de Clarín. Repetimos: no es lo mismo. 

Dice Zizek, interpretando la teoría populista de Laclau: 
La lucha de clases por la hegemonía es en última instancia la lucha por el significado de la sociedad "como tal", la lucha por cuál de las dos clases se impondrá como la representante de la sociedad "como tal", degradando así a su otro en la posición de lo no-social (la destrucción, la amenaza para la sociedad). 
En España, cuando Podemos se lanza a la competencia política, lo hace con un concepto: "la casta". Existe una casta, una clase política, cuyos intereses están alejados del 99% de lxs españolxs. Viven para reproducirse a sí mismxs, mediante la corrupción, las estructuras partidarias cerradas, la alianza con la Troika y las grandes multinacionales. De un lado la casta, del otro el pueblo español. Es por eso que fue tan complejo el debate interno podemita sobre si Izquierda Unida (ex-Partido Comunista) era casta o no era casta; debate que enfrentó a Iglesias y Errejón hasta Vistalegre 2, donde la figura de Pablo triunfó.  

Para clarificar, toda idea de pueblo debe cerrarse sobre sí misma. Magnetto y Macri no son pueblo. Pero a la vez debe ser suficientemente abierta como para permitir que la totalidad de la población pueda sentirse englobada en ella; incluso si grandes fracciones decidan no hacerlo, y apostar su suerte sustentando a la oligarquía. 

La grieta nos daña, nos ensimisma, nos aisla. Refuerza una identidad pre-constituída, cultural ("yo escucho a Dolina"), militante, ideológica. No se anima a expandirse, y sobretodo, ahuyenta a lxs recién llegadxs, y a lxs no politizadxs.


Una nueva mayoría 

Algo de estos temas, sabemos, Cristina entiende. Es por eso que en numerosas intervenciones públicas, ha reiterado exhortaciones a ampliar nuestro mensaje, a abrirnos-no a las dirigencias políticas-sino a la sociedad. 

Su primer discurso público fuera del gobierno, recordemos, fue el 13 de abril  de 2016 frente a Comodoro Py. Allí, habló largamente sobre la libertad, tema poco afecto a la militancia nacional-popular clásica, que escucha liberal y piensa en Revolución Libertadora. Llamó a conformar un frente ciudadano que exigiera al Congreso que represente a los intereses del pueblo. Mandó a la militancia a debatir con trabajadores, empresarixs, científicxs, sanitaristas, docentes, con todos los sectores que pudieran imaginarse. Y, famosamente, lanzó una interpelación: "¿están mejor o peor que en diciembre de 2015?". Simple, sencillo, abierto. No había que bardear a Bossio ("así no van a convencer a nadie"), había que preocuparse por la gente, no por las dirigencias. 

Meses después, dio una conferencia en la sede de ATE Capital, en una de sus intervenciones más ricas en lo conceptual. En un largo tramo, hizo referencia a "la grieta", pero casualmente (o causalmente) no utilizó ese nombre, sino que la reemplazó por la palabra "brecha". Reproducimos algunos párrafos: 
Quería detenerme en el tema de que durante mucho tiempo se trabajó en el lenguaje y en la subjetividad de los argentinos diciendo que nosotros, especialmente a quien le tocaba ser Presidenta de la Nación, habíamos creado una brecha en la Argentina, la famosa brecha, la división de los argentinos.  
La brecha consistía básicamente en exponer los pensamientos, la idea, el proyecto de país en el que uno piensa, en el modelo de sociedad que uno quiere: una sociedad igualitaria, equitativa, solidaria, en donde no solamente nos ocupemos de nuestras cosas sino también de los demás… y se puso en la cabeza de muchos argentinos que la brecha era eso: que se pensara diferente, que se discutiera y se debatiera, esto era la brecha, vos no eras kirchnerista, eras antikirchnerista, no eras peronista, eras antiperonista, la brecha era esa.  
Yo creo que la brecha es lo que vimos en la Plaza de Mayo, es cuando hay argentinos que no pueden comer y otros que tienen para hacer lo que se les cante, esa es la brecha.  
¿Sabes por qué? Porque en la otra brecha vos podés debatir, discutir, estás, pero en esta brecha los que están del lado del hambre, del salario que no llega a fin de mes, del comercio que tuvo que cerrar porque se fundió, de la PyME que no sabe qué hacer para pagar el sueldo a los empleados y está a punto de cerrar o echar trabajadores, de los científicos que ya no pueden tener los sueldos que tenían o el sueldo no les rinde porque no llegan a fin de mes y ya no pueden dedicarse full time como lo hacían antes a sus investigaciones…  
La verdadera brecha del país es la división de los argentinos a partir de que no se pueda acceder a los bienes, a los servicios, al derecho a ser feliz. Me parece que esa es la brecha y que se está planteando desde el propio gobierno cuando se plantean recortes salariales, tarifazos, no reapertura de paritarias. Deberíamos comenzar a decir que la brecha es eso: la división entre los grupos de argentinos cada vez más reducidos que pueden darse todos los gustos y hacer lo que se les antoje y el resto de los argentinos, que tuvieron que vender el auto, que no pueden terminar de pagar la casa, que no van a poder llevar a sus hijos a la universidad, o que tuvieron que ir a la Plaza de Mayo a buscar verdura... 
Llegando al final, justo cuando se corta la transmisión, Cristina habla de la unidad del campo popular. Y da una definición contundente: "la unidad no se va a dar por la ideología, se va a dar por el lado más concreto de los intereses agredidos." Habla CFK de una unidad defensiva del campo popular, una unidad no ideológica ni programática, la unidad de un pueblo que se encuentra en la trinchera defendiendo derechos contra quienes quieren socavarlos. La grieta, bien gracias.


Gobiernan para los ricos 

Los tiempos históricos siempre ofrecen oportunidades, para quien sabe donde buscar. CFK nos ha exhortado a construir nuevas representaciones, dar nuevos debates, construir nuevas mayorías. En lo que refiere al campo de la política, eso significa nuevas palabras. Un emergente de la etapa para explorar y explotar: el gobierno de los ricos. No el gobierno de las clases medias, del cipayaje y la tilinguería; no es el gobierno de los gorilas ni de las cacerolas de teflón. No, es un gobierno de gente que jamás vio el programa de Lanata, que piensa que Clarín es un pasquín para la gilada, que no lee diarios porque recibe informes exclusivos de las consultoras. El gobierno del 1% de la población, de los CEOs de las grandes empresas, de los tipos que en su vida compraron un sachet de leche por sí solos, esos de las cuentas en Panamá, los jets privados, los fondos de inversión. Los Bullrich, los Stanley, los Aranguren, los Blanco Villegas, los Massot, los Braun, los Macri. Los ricos, esos que no piden permiso. Machaquemos ahí.