Monday, January 20, 2014

Juguemos en el bosque



1. La política tiene, sobretodo en su fase neoliberal, una dimensión corporativa.

2. El cristinismo y su dinámica de Unidos y Organizados significó, anque tibiamente, cierto desafío para la corporación política.

3. Los sectores políticos peronistas que se quejaban de su exclusión del armado kirchnerista demandaban integran de alguna forma, esa corporación política.

4. Esos tipos tienen votos propios. Son votos construidos al calor del kirchnerismo que rápidamente pueden conventirse en votos opositores. Véase el caso de Giustozzi, por ejemplo.

5. La política sin Cristina se normaliza. La "grieta" se cierra.

6. Al final son todos amigos. Lo de "Argen" y "Tina" era para la clase dirigente un mal necesario, un exceso discursivo de la época, al que había que adaptarse. Pero que se va, se va, y se fue. ¿Se fue?

7. Por mucho que sea bastardeado por propios y ajenos, quizás debamos con el tiempo reconocer cierta validez de la tesis de Ricardo Forster sobre la "anomalía" que significó el kirchnerismo en la política argentina.

8. El poskirchnerismo, ¿será normal?

9. En esta vuelta, sólo Cristina salvará a Cristina. Que vuelva pronto.


Friday, January 10, 2014

Lecturas veraniegas

http://www.eldiaonline.com/wp-content/uploads/2013/09/hebe-de-bonafini.jpg

Dice Marx en el 18 Brumario:

"[En las revoluciones burguesas] la resurrección de los muertos servía para enaltecer las nuevas batallas y no para caricaturizar las antiguas, servía para agigantar en la imaginación la misión proyectada y no para postergar la realidad de su cumplimiento, para hallar otra vez el espíritu revolucionario y no para pasear nuevamente ese fantasma...

La revolución social del siglo XIX no puede sacar su lírica del pasado, sino únicamente del futuro. No puede iniciar su tarea auténtica sino antes de deshacerse de toda adoración supersticiosa del pasado. Las revoluciones previas  necesitaban remontarse a los recuerdos de la historia universal para pasmarse con su propio contenido. La revolución del siglo XIX debe permitir que los muertos entierren a sus muertos, para concientizarse de su propio contenido. Allí, la frase desborda el contenido; aquí el contenido desborda la frase".

Los fantasmas del pasado nos convocan, siempre nos convocan. Hay muertos que aún, creemos, no estamos listos para enterrar, y ellos aún no han enterrado los suyos. Esos fantasmas nos interpelan, nos cuestionan, nos sacuden, nos encaran en una esquina con cara de no seas pelotudo y madurá. En otras palabras, disentimos con Carlitos en esta. Y sin embargo...

¿No hay una sensación de que nos falta horizonte político? La felicidad del pueblo y la grandeza de la patria es nuestro sur, pero como siempre, eso hay que llenarlo de contenido, o queda flotando en la nebulosa de las consignas vacías.

¿Es posible entusiasmarse con el futuro? ¿O ya nos sentimos de salida? ¿Tan rápido se evapora el triunfalismo del vamos por todo? ¿Ya tiramos la toalla?

Para seguir, creo, habrá que (re)construir una lírica del futuro y una intensidad del presente que no llegará desde ninguna usina comunicacional. Ni desde un blog. Vamoaporello.