Friday, August 16, 2013

soviets y electricidad



Alguien dijo, ya no me acuerdo quién, que en las PASO del domingo lo que había sido derrotado era la "política en tanto conflicto". Las ondas de amor y paz de Massa, la campaña de sonrisas y abrazos del macrismo, la interna "light" de UNEN, los chorizos de Binner. Ganó el Sri Sri. Incluso la estrategia de Insaurralde en la Provincia de Buenos Aires tuvo mucha cloaca y poco Barone. Mucho Scioli y poco Kunkel.

Desde el 2008, ya van 5 años, que hemos encarado este camino de la política como conflicto, el amigo/enemigo, las grandes batallas contra las patronales, los medios hegemónicos, la corporación judicial, y así seguimos. Digo 2008 porque ahí se inaugura la batalla discursiva. Nestor y Cristina siempre batallaron contra grandes intereses, pero a partir de la 125 hubo que explicitarlos ante la ciudadanía, hacerla partícipe, demandar militancia, compromiso, tomas de posición: "en la vida hay que elegir".

¿Cuánto conflicto puede tolerar una sociedad? En un principio, si pensamos en nuestra turbulenta historia política, veremos que la Argentina se la banca contra viento y marea. Pero una cosa es bancárselo, y otra es elegir el conflicto. Quizás la dimensión más trágica del kirchnerismo es subirse al ring a dar batallas en las que tiene todas las de perder. Contra Magnetto, contra el Poder Judicial, contra la SRA, por momentos, mirando 678 y con el 54% en la mano, parecía que ganábamos, pero no ganamos. Ni hay indicaciones de que vayamos a ganar.

Quizás la sociedad pueda tolerar conflictos, pero espera que los resolvamos, en un plazo razonable, y que luego vengan los beneficios. Las "más voces" de la Ley de Medios, la "Justicia más cercana" de su democratización, la "defensa del agro nacional contra el monocultivo" de la 125. Todavía no se lo dimos. No porque no quisiéramos, pero eso a quién mierda le importa. La batalla cultural se puede perder. Seguimos atrapados en la tesis/antítesis hegeliana. Nos falta la síntesis, esa que Massa dice que tiene (y miente). Y es muy probable que no la consigamos. O habrá que ver qué dice la Corte sobre Clarín.

De cualquier modo, esto es lo que somos. A esta altura no vamos a aflojar en los conflictos. Sino seríamos radicales. Muchas gracias, pero no.

Entonces, ¿qué nos queda? Nos queda la electricidad.

Recordemos aquella famosa fórmula pronunciada por Lenin sobre la revolución: "Soviets y electricidad". La política, entonces es eso. Conflicto y gestión. Si vamos a "profundizar" el conflicto, entonces habrá que profundizar la gestión también. Porque en recesión económica a nadie le interesan las andanzas de Magnetto y Ernestina, ni la batalla cultural, ni la revolución permanente.

Empecemos por ahí.

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