Friday, April 12, 2013

apuntes sobre la juventud -- uno: trabajo



a.
"Si te portás bien, estudiás, hacés tus deberes, no te mandás cagadas, las cosas te van a salir bien, vas a tener una buena vida, quizás mejor que la de tus padres"
Con esa frase podríamos resumir un cierto tipo de pacto social con la juventud de clase media, que imperó por lo menos en Europa, durante gran parte del Siglo XX. Esto, hoy, ya no es cierto. Según Saskia Sassen, la ruptura de este pacto es lo que ha generado las olas de protesta y descontento contemporáneas en el viejo continente. Ya hemos hablado de esto acá.
En nuestra periferia, podríamos decir que este pacto ha funcionado más como un mito social que como un pacto real entre clases y generaciones. Para la Argentina, quizás el peronismo y la economía que este legó a las décadas que le siguieron permitieron acercar, dentro de ciertos límites, ese mito a un pacto material para las masas populares. Sin embargo, el tiempo y el neoliberalismo fueron erosionando el pacto y debilitando el mito.
El año 2001 en este sentido significó un quiebre, un abismo para toda aspiración de progreso para las juventudes urbanas de la Argentina. La percepción de desintegración institucional y estancamiento económico, cargada del eurocentrismo de siempre, colmaba las filas de las embajadas europeas. Ya no era tanto que las juventudes no tenían futuro en este país, sino que este país no tenía futuro.


b.
A este país llega el Kirchnerismo. Con gran audacia política, un modelo económico sólido, y los términos de intercambio a su favor, el ciclo iniciado en 2003 se lanzó a la gran tarea de recomponer la sociedad. Hablamos, de las tasas de crecimiento chinas, el desendeudamiento, la sustitución de importaciones, la reconstrucción de un Estado presente, los nuevos derechos sociales, la recuperación del empleo, entre tantas otras dimensiones.
En tanto dimensión simbólica de esta recomposición, la Argentina contemporánea fue escribiendo nuevos mitos, nuevos relatos y nuevos guiones culturales. Hablamos, sí, del tan mentado "relato oficial", pero no sólamente de este. También, por ejemplo, de los relatos político-opositores al actual gobierno, que enfatizan la "potencialidad" argentina y las oportunidades para el desarrollo que estaríamos perdiend. Incluso la literatura, el cine y la televisión hacen eco de estos relatos.
La exitosísima telenovela "Dulce Amor", que ya va por su segundo año en Telefé (y ya empieza a cansar), está centrada en la vida de una comunidad que se encuentra a sí misma tanto en el barrio como en la fábrica. La integración de ambos espacios, el trabajo y la familia como ordenadores sociales renovados, funciona como trasfondo de la historia. Sus protagonistas, miembros de la clase trabajadora en pleno ascenso social, contrastan con los de grandes éxitos de los años 90, como "Gasoleros"--donde "no hay dinero", según cantaba Vicentico-- cuyos personajes eran reflejo de una clase media empobrecida que se las tenía que arreglar como podía.
Entonces, aquí tenemos una promesa, un nuevo mito del progreso social que la actual juventud está mamando. Con tasas de crecimiento del 10%, desempleo del 7%, amplias posibilidades de terminar el secundario, cantidades de vacantes en nuevas universidades públicas en las grandes urbes y sus conurbanos--donde la gran mayoría de lxs alumnxs son primera generación universitaria--,con acceso a becas de estudio y especialización; por qué no habríamos de entusiasmarnos. Quizás sí podamos aspirar a un futuro próspero, ¿o no?

c.
Cualquier diagnóstico económico, sea cual sea su pertenencia política, arranca por asumir  que la época de crecimiento de dos dígitos en la Argentina no volverá, por lo menos en el cortísimo plazo en que estos profesionales hacen sus profecías. El 2012 el PBI se expandió un 2%, y los pronósticos favorables para el 2013 no superan el 5%. El nivel de empleo se sostiene, pero crece poco y nada. La crisis global ha llegado, finalmente, a la periferia, y la Argentina no está exenta, más allá de toda la batería de políticas económicas keynesianas, proteccionistas, estatizantes que se esgriman para capearla.
Sea cual sea el destino económico del país, deberá enfrentar las crecientes expectativas generacionales de la juventud. Les hemos dado razones para ilusionarse, y ahora están ilusionadxs. Si se enfrentan a una sociedad que les ofrece oportunidades de progreso, trabajos en blanco, acceso a crédito, posibilidades de adquirir una vivienda, potencialidades de desarrollo cultural, habremos cumplido. Si en cambio se encuentran con la precariedad, la exclusión, la discriminación, la inaccesibilidad de un techo o una obra social; si se responde a sus demandas con la policía, rápidamente estaremos presenciando una réplica de lo que se vive en Chile, España o Egipto.