Tuesday, January 15, 2013

lecturas de un martes en reposo


"...si la clase obrera está alienada, y nosotros no hemos podido hacer lo nuestro porque no contamos con su fuerza, más allá de la verdad de esta afirmación queda algo irreductible: tampoco sin embargo hemos sabido extraer esa fuerza al menos del ámbito en el cual vivimos nuestros propios conflictos de clase: de nosotros mismos. ¿Somos una fuerza o no? ¿Qué quiere decir entonces este conglomerado de izquierda que siempre mira de costado, más allá de sí mismo, hacia la clase trabajadora pidiéndole que ella sí haga la unidad, que ella sí supere su alienación, que ella sí realice los actos de pasar a la realidad, pero que no mira hacia sí mismo para ver nuestra propia dispersión, nuestra propia incapacidad de reunir esta energía desperdiciada e impulsar hasta constituirla en una efectiva fuerza que se juega en actos propios dentro de la realidad? ¿No jugará en unos y otros la misma represión? ¿No será la misma presencia del poder represivo que detiene la eficiencia de nuestros actos,  la profundidad de nuestro pensamiento, el reconocimiento de una realidad que no puede ser asumida revolucionariamente sin poner de relieve lo que el poder oculta: el riesgo de la vida? Pero este riesgo de la vida, ya lo vimos, no es sólo —y especialmente para la izquierda— la presencia del fusil y la picana: son los límites que la burguesía estableció en nosotros, con sus categorías mentales y morales que señalan en cada acto nuestro el desvío sentido como peligroso, la presencia de lo desconocido que debemos afrontar: los límites de realidad que ella nos fijó como propios"

León Rozitchner - "La izquierda sin sujeto" (1966)

Este texto de León fue en respuesta a un artículo de nuestro querido John William Cooke, en el cual se discutía la cultura revolucionaria en el marco de la alienación proletaria,  tomando como eje los Manuscritos Económico-Filosóficos de don Charly Marx. El debate que le viene a plantear León a Cooke es sobre el sujeto revolucionario. ¿Quién es, a fin de cuentas, el sujeto de una posible revolución en la Argentina?

El planteo de Rozitchner viene masomenos así: el capitalismo es un modo de producción de mercancías, pero también es una maquinaria de producir seres humanos, o sea, sujetos. El capitalismo produce subjetividades disociadas--pensemos: naturaleza/cultura, cuerpo/mente, racionalidad/afectividad, vida pública/privada. Una política revolucionaria debería entonces preocuparse por producciones alternativas de subjetividad. Gandhi decía, con una fórmula sencilla y algo berreta: "debes ser el cambio que deseas ver en el mundo", pero hay un indicio de verdad ahí. León le da una vueltita de tuerca y propone: "tenemos que convertirnos...en el lugar activo de la verificación de las estructuras burguesas sobre las cuales nos toca incidir" para luego rematar: "en la modificación que perseguimos en el mundo debemos jugar nuestra propia transformación."

El concepto es bastante simple, debemos poner el cuerpo, jugar nuestras vidas. Arriesgarnos a corrernos de una racionalidad pragmática (occidental, colonizante, patriarcal) y poner en juego nuestra intimidad, la persona que somos. En el texto también hay una crítica muy fuerte a la conducción de Perón, que quizás en otro post le entre.

Copié la cita arriba porque siento que ahí hay una lección setentista que todavía no logramos aprender. La militancia --en el kirchnerismo o en alguna izquierda-- corre el riesgo de enquilostarse si no logra producir alternativas a una subjetividad neoliberal que  an no hemos abandonado. El inmediatismo, el consumismo (que no es lo mismo que el consumo), el machismo sutil, las formas de afectividad heredadas de las películas de Disney y las novelas del Trece, un cierto sentido de omnipotencia, de triunfalismo, de detentores de una Verdad (con V mayúscula) imbatible.

Los tiempos que vienen, creo, pondrán a prueba las subjetividades que habremos podido construir en esos años "primaverales" para la militancia kirchnerista. ¿Seremos capaces de poner el cuerpo en tiempos menos propicios? ¿Podremos ser nosotrxs solitxs una fuerza política con vocación transformadora?