Tuesday, September 20, 2011

un momento nac&pop


nota publicada originalmente en Revista Óvnibus


(Buenos Aires) La fecha es el miércoles 14 de Septiembre. En el Parque Lezama, corazón del centro-sur porteño, la militancia juvenil kirchnerista conmemorará el cumplimiento del primer aniversario desde quizás el evento político más importante que haya protagonizado—quizás segundo si contamos el funeral de Nestor Kirchner. Hace exactamente un año, La Cámpora y aliados llenaban el famoso predio del Luna Park bajo el lema “Néstor le habla a la juventud; la juventud le habla a Nestor”.



Fue aquel acto donde se estrenó el ya mítico “Nestornauta”—poniendo la cara del ex-presidente en el traje del personaje de la historieta de Oesterheld y Solano Lopez— que cubre las paredes porteñas y sobretodo las conurbanas desde hace ya un tiempo. Pero ese acto es recordado por la militancia no por su simbolismo sino porque su consigna fue incumplida. Kirchner había sido operado de urgencia tres días antes y se sabía que no hablaría y que, en cambio, la juventud se encontraría con la Presidenta Cristina Fernández.

De todos modos, y para sorpresa de lxs presentes, Néstor Kirchner apareció en el escenario. No habló, es cierto, pero sí estuvo sentado en la mesa de lxs oradorxs, escuchando, saludando, participando con sus gestos, sus miradas, en esa liturgia “nac&pop” que fue el Luna Park. También fue una noche importante porque en esa mesa estaban sentados quienes a partir de ese momento conformarían la—valga la redunancia—“mesa” de conducción nacional de La Cámpora, un artilugio creado por Máximo Kirchner—hijo de Nestor y Cristina—para saldar las diferencias y pujas internas por liderar este espacio juvenil que crecía a pasos agigantados bajo el ala de la Casa Rosada.



La pareja presidencial en el acto del Luna Park

Ha pasado un año desde entonces, y el panorama político se ha transformado de maneras que eran imprevisibles entonces. Kirchner murió un mes después y lo lloraron miles—quizás millones. Su funeral catapultó a la juventud kirchnerista como un actor novedoso, fuerte, y a tener en cuenta. Cristina se erigió no sólo como jefa de Estado sino como conductora política de un movimiento masivo—rol que previamente ocupaba su marido; anunció—no sin demoras ni expectativas—su intención de presentarse a la reelección, y le dió a esa juventud que la acompañaba un lugar privilegiado en los cierres de listas legislativas.

Lo que pasó luego, en Agosto de este año, es bien sabido. Se celebraron por primera vez las elecciones Primarias Abiertas Simultáneas y Obligatorias, producto de la reforma política impulsada por el propio Nestor Kirchner en su momento. Experiencia bizarra, novedosa, prometedora, confusa, sujeta a múltiples interpretaciones según el lugar político desde donde unx se pare a ver. Pero bueno, así y todo, sin entender mucho de que se trataba, la gente fue a votar. Y fueron fueron. 78% del padrón votó, y Cristina fue ratificada con el 50.24% de los votos. Cincuenta más uno. Un baile, lo que se dice. Sunafano, suspendanló…[1].

Una discusión seria sobre los motivos del cincuenta por ciento quedarán para otra columna, pero eso no debe hacernos olvidar que también ganaron el macrismo en la Ciudad de Buenos Aires, los Rodriguez Saa en San Luís, el socialismo en Santa Fe—tres lugares donde al kirchnerismo local le dieron una paliza. Ya lo hemos dicho aquí: a la Argentina le va bien, ganan los oficialismos de turno. Claro, el gran mérito de esta bonanza económica generalizada es sin duda del kirchnerismo, o por lo menos mucho más mérito del matrimonio Kirchner que de Mauricio Macri.[2].

El miércoles el kircherismo festeja porque se sabe triunfal. Cristina está en camino a hacer una elección histórica, con una oposición que está casi cuarenta puntos detrás y sin posibilidad alguna de construir una representatividad alternativa y seria. Los medios hegemónicos, todopoderosos, comandados por el enviado del diablo Hector Magnetto—CEO del Grupo Clarín—han perdido la “batalla cultural”. Como bien leía un cartel jodón que empapeló la ciudad la semana posprimarias, la tienen adentro.



Con Clarín derrotado, la Mesa de Enlace casi que fracturada, la oposición inexistente, el kircherismo deberá buscarse nuevos enemigos para nuevas batallas. Si es que pretende librarlas. No es novedad el acercamiento entre el gobierno y las patronales industriales de la UIA—que anda “under new management”—y las recientes declaraciones de la Presidenta nos recuerdan que ella no es ninguna revolucionaria, sino una “humilde peronista”. Pero bueno, es época electoral, así que todo hay que agarrarlo con pinzas.

La breve historia del kirchnerismo nos recuerda que su mayor audacia ocurre en sus momentos más débiles. Fue en 2009 luego de perder las elecciones legislativas cuando impulsó la Ley de Servicios de Comunicación Audiovisual que apuntó a desmonopolizar los medios y democratizar el acceso a la comunicación. También por esa época arriesgó reestatizando Aerolíneas Argentinas, el sistema jubilatorio, e implementando la Asignación Universal por Hijo.

Nadie sabe, nadie puede saber, qué hará Cristina en su momento más fuerte. Mientras tanto, el kirchnerismo festeja…

Iñaki Casartelli


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[1] En toda la historia “democrática” de la Argentina—sepan aceptarme las comillas—sólo Yrigoyen, Perón y Alfonsín superaron el 50% de los votos en una elección presidencial.

[2] Contra los argumentos del “viento de cola”, léase por ejemplo http://www.pagina12.com.ar/diario/economia/2-176413-2011-09-09.html y